En los últimos años, la perspectiva social sobre la salud mental ha cambiado considerablemente, así como el entendimiento de las identidades de género como experiencias internas e individuales de hombres y mujeres trans. Sin embargo, en pleno 2023 la comunidad trans es uno de los grupos sociales más vulnerables y que mayor discriminación y exclusión enfrenta en el acceso a los servicios de salud.

Son en particularmente las nuevas generaciones las que han exaltado lo fundamental de la estabilidad emocional y anímica en el desarrollo integral de la vida de cualquier persona. A pesar de ello, en México el acceso a servicios especializados en salud mental es un privilegio que solo tienen el 10% de los trabajadores. Ante este panorama tan desfavorable no es difícil comprender lo complicada que resulta esta situación para una persona trans, que además de enfrentarse a los estigmas, prejuicios y abusos desde el ámbito familiar, también tiene que afrontar los obstáculos sistemáticos en la búsqueda de oportunidades que le permita obtener la atención médica que necesita para asegurar su bienestar mental. 

En el proceso de descubrimiento de su identidad de género, las personas trans pueden llegar a experimentar el rechazo de su familia, así como abusos y situaciones de violencia desde temprana edad, lo que impacta directamente en su salud mental y aceptación propia como hombre o mujer trans al tener que ocultar su identidad y expresiones de género para evitar malos tratos. Por otra parte, al salir al mundo se enfrentan a la constante discriminación en espacios educativos, laborales y recreativos que les impide vivir plenamente en sociedad y les orilla a la marginación en ambientes precarios y hostiles, donde se encuentran expuestos al consumo de sustancias y el contagio de enfermedades que agravan aún más su estabilidad psicológica. 

Las circunstancias sociales, culturales y políticas bajo las que las personas trans sobreviven les lleva a ser propensos a sufrir de enfermedades o trastornos mentales que afectan su pensamiento, comportamiento, así como su capacidad para relacionarse y vivir plenamente al experimentar desde estrés, baja autoestima y ansiedad, hasta cuadros críticos de depresión, autolesiones e intentos de suicidio.

La comunidad trans ha sido un grupo históricamente discriminado por la sociedad, que, hasta día de hoy, se rige bajo el binarismo de género. En una época donde constantemente se recuerda lo importante que es la salud mental para la vida individual y colectiva y se dice tener una mayor apertura y aceptación ante las diferentes identidades de género, hace falta observar la realidad de las personas trans, quienes no solo son llevadas a desarrollar afecciones psicológicas, producto de la marginación social y sistemática; sino también son excluidas y privadas de su derecho fundamental a la salud tanto física como mental. 

No solo es el rechazo de la familia, los abusos verbales, las miradas condenatorias en la calle y la falta de oportunidades laborales y de seguridad social, también es la violencia física y sexual, los crímenes de odio y el miedo a perder la vida en el segundo país con más transfeminicidios en el mundo. Son muchos los factores que afectan y degradan la estabilidad psicológica y el sano desarrollo de los hombres y las mujeres trans en México, donde la salud mental sigue sin ser una prioridad para las instituciones de salud pública.

Son imprescindibles redes de apoyo que brinden y proveen a la comunidad trans de espacios seguros para externar sus experiencias y recibir la ayuda y tratamiento especializado necesario para afrontar las situaciones de maltrato, discriminación y estigmatización que les han marcado para vivir de la manera más plena y digna posible.